jueves, 5 de junio de 2014

Sara Vanegas Coveña



Embajadora Universal de la Paz (Ginebra). PhD. en Filología Germánica (Múnich). Magíster en Docencia Universitaria (Cuenca). Profesora de Lengua y Literatura Española (Madrid). Ex docente en las universidades de Múnich y Bielefeld (Lengua Española y Literatura Hispanoamericana). Consultora internacional de español como segunda lengua (Guatemala). Docente-investigadora de la Universidad del Azuay. Dirige el taller literario de esta Universidad. Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade, 2000 y 2004. Diploma de Excelencia (2010) y Premio Hoja de Encina (2001), Asociación Prometeo de Poesía, Madrid. Mención Especial de Pegaso Editores, Rosario, 2000.
Directora-fundadora de la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo Cuenca. Directora de la revista internacional de literatura y arte FRANCACHELA en Ecuador. Presidió el Primer Encuentro Internacional de Literatura Francachela, Cuenca 2007 (Univ. del Azuay). Varias publicaciones académicas y literarias. En 2007, la Casa de la Cultura Ecuatoriana editó una antología de su obra en la colección Poesía Junta, dedicada "a los autores vivos más destacados del país". Poemas traducidos a varios idiomas. Su nombre consta en la Enciclopedia Mundial ENCARTA. Mantiene una columna literaria en www.elmurocultural.com.
Autora de varios poemarios. Entre ellos: INDICIOS, PoeMAR, MÁS ALLÁ DEL AGUA, ANTOLOGÍA PERSONAL, AL ANDAR, VERSOS TRASHUMANTES/ LA FLOR DE ARENA, POESÍA JUNTA; una novelita para niños: YO SOY CHICA; un DICCIONARIO DE AUTORES ECUATORIANOS CONTEMPORÁNEOS. PROVINCIAS DE AZUAY, CAÑAR, LOJA, EL ORO; y antologías literarias (ESCENA LITERARIA DE LATINOAMÉRICA, POESÍA Y CUENTO ECUATORIANOS. ANTOLOGÍA TEMÁTICA, ANTOLOGÍA DE LITERATURA INFANTIL, LÍRICA ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA. POETAS DE LOS 70…).


DIRECCIÓN POSTAL: Casilla 01-01-1178, CUENCA/ECUADOR
CORREO ELECTRÓNICO: svanegas@uazuay.edu.ec

PÁGINAS WEB: 



POEMAS DE SARA VANÉGAS COVEÑA 
A continuación se pone a consideración una selección de pequeños poemas de la autora que nos resultan interesantes.

MEDIO DÍA
Tu sombra que sangra en los arrecifes

chorro de crudas amapolas
mancha estos signos
inútiles
este silencio
me vuelve
roja estrella en tu costado oscuro
 ECOLÓGICA
Los árboles se recogen en silencio

los pájaros -ya en sombras-
retornan a sus ramas/
tu corazón busca en vano
un hogar donde pasar la noche

 AL ÁNGELUS
Se recogen los pájaros

en la tarde transparente
(mi corazón es un ave más
arrodillada)

 MADRUGADA
Un pájaro sonámbulo

deja caer sus notas
agua fresca
sobre la noche eterna del insomne

 EL MURO
El muro avanza vertical contra un cielo sin nubes

almenas / luz opaca de la luna
ventanas clausuradas
y un aroma a jacintos que tiñe de púrpura estas líneas

 LA ESPERA
Antiguos muros oxidados

el sol es una brasa triste sobre las piedras
mientras el musgo milenario torpemente se arrastra
de los postigos a tus ojos
cansados de tanta espera.


Maritza Cino

 Poeta y catedrática universitaria. Es autora de los poemarios: "Algo parecido al juego", (Guayaquil, 1983); "A cinco minutos de la bruma" (Guayaquil 1987); "Invenciones del retorno" (1992); "Entre el juego y la bruma" -antología- (Guayaquil, 1995); "Infiel a la sombra" (2000).

Textos de Maritza Cino han sido incluidos en importantes antologías nacionales y extranjeras:
La palabra perdurable (Quito 1991);
Between the silence of voices: An anthology of contemporary ecuadorean women poets (1997); Poesía y cuento ecuatorianos (Cuenca 1998).
Poesía erótica de mujeres (Mayor Books, Quito 2001).

Cino nació en Guayaquil en 1957. Licenciada en Lengua Española y Literatura, Universidad Católica. Actualmente reside en Guayaquil-Ecuador, en donde es profesora de las Universidades Estatal, Espíritu Santo, Politécnica y Católica.

POEMAS DE MARITZA CINO
A continuación hemos convenido poner en manifiesto otros poemas de la autora que no han sido tomados en cuenta en importantes antologías:
DESORDENO LA METAFORA
Una imagen barroca
se estaciona
simulando rituales.
La creación se apodera
transgrede este símbolo

PERMANECER EN EL PROLOGO
sin inventar el capítulo,
comenzar a entender
una lectura furtiva.

La página burla
lo imaginario y absurdo.

ESCAPAN LOS SIGNOS
cuando asciendo al deseo.

Variación del lenguaje
poema negado.

Signos de agua
derrumban ficciones.

Carmen Inés Perdomo Gutiérrez

Es escritora y periodista ecuatoriana. Nació en Esmeraldas, Ecuador, en 1973.

Biografía 

Es egresada de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Central de Ecuador. Obtuvo el tercer lugar en el Concurso de Poesía Femenina Gabriela Mistral. Colabora con regularidad en revistas y periódicos de su país. Además ha participado en recitales nacionales e internacionales. Ocupa el cargo de secretaria de la Sociedad Ecuatoriana de Escritores (Sede), cargo para el que fue nombrada y que desempeñará durante el bienio 2007-2009.

Obra publicada 

  • Silencio en llamas (2005)

Antologías 

Ha participado en las siguientes antologías:
  • Mujeres poetas en el País de las Nubes, México 2005 y 2006
  • La voz de Eros. Dos siglos de poesía erótica de mujeres ecuatorianas (2006)
  • Antología de Poesía Rayentrú, Chile (2007)
  • Nueva Poesía Hispanoamericana, España (2007) 
Seguidamente presentamos el poema que para nuestro parecer es el que más se destaca:
Pájaro herido



Descansan, sobre mis manos,
abatidos pensamientos:
ocultos a la mirada
de los dioses.

Como crear o desvanecer entre sombras
un engañoso templo,
una palabra destruida entre los labios.

Soy un cuerpo incierto
que se levanta de las tinieblas
hasta volverse angustia,
melodía silenciosa
que danza en este desierto
como un ave
que en su vuelo se deshoja.

Julia Erazo Delgado

Nació en Quito en 1972. Es periodista y fotógrafa. Se ha destacado en áreas de Lengua española y Educación superior. Ha participado en diversos recitales de poesía en Ecuador y España. Ha publicado artículos periodísticos y textos literarios en diversos medios escritos, y tiene inéditos una antología de su poesía desde 1990: Paredes Blancas y un libro de poesía infantil: Tratado de las estrellas y la medialuna.

CRITERIOS DE OTROS AUTORES SOBRE LA ESCRITORA
Delgado (Quito, 1972), reúne una serie de composiciones sutilmente ligadas a lo onírico. "Tréboles de cuatro hojas ascienden al cielo/ arropan mi cuerpo desnudo", por ejemplo, es una expresión que recuerda esos cuadros surrealistas en que lo humano y lo natural se fusionan de modo sorprendente. La realidad, sin embargo, penetra en ese mundo de los sueños y lo parte como un rayo, cuando la poeta evoca, enternecida, la muerte de su pequeño hijo: "no estas…/ aspiro tu aliento/ guardo la flor del baobab".

Si, mas allá del arte y sus exigencias de pureza y elaboración, el dolor motiva algunos estremecidos y bellos momentos de esta poesía tachonada de rasgos surrealistas. Así, su Josué, ido para siempre, es "moneda de agua" que "se escapa/ mas regresa en tardes de lluvia y de llanto".
Diríamos que la evidencia de las lágrimas es más fuerte que cualquier género de canon.
(Jorge Dávila Vázquez)


- La percepción sensorial elaborada, el culto de lo sinestésico crea en Julia Erazo Delgado una atmósfera de palabras que evocan un mundo autoabastecido y leve en el sentido que dio a este concepto Ítalo Calvino en su fundamental ensayo "Sei proposti per il próximo milenio".

(Rafael Courtoisie)

SELECCIÓN POÉTICA
En esta selección poética de la autora se observa claramente el gran nivel literario que posee esta autora.

rotación
quema el corazón

hiela sobre la tierra
la tierra demanda un corazón

se eleva
el corazón es de luz
amanece
desnudez perfecta

feliz

néctar
el temor se enreda en los brazos del naranjo

se crispa entre sus ramas
un joven colibrí clama por alimento
entre estambres y pistilos

una historia de aguaceros y tornados
el ave se abre paso

entra resbala vence es vencido
desata olas de rocío
la brisa se incorpora para saludarle
plumas azules baten su cuerpo
alcanza el néctar

fugazmente
hoy seré lo que soy desde que he sido
he sido

quizá
hace siglos
quizá
hace nada
quizá

en el fondo de un pantano
que no es tiempo
que no es el espacio donde habito
fugazmente te encuentro
contigo hablo 
niño a niño
como el agua entre tu cuerpo
cuando llueve
o mi boca con tus labios 

cuando hay beso
es inútil pronunciar este misterio

que es lo simple o lo divino
o una de las nadas que tenemos

sueño
un hombre una nube un caballo
una cadena de ojos
el aire una serpiente adormecida entre sus labios
una ronda en los valles del sueño
vagan por el horizonte
forman un arco en la madrugada
acaso una manada
venas anaranjadas surcan la montaña
la erupción alcanza al hombre a la nube al caballo
el hombre despierta
una jornada exangüe le espera silenciosa

juntos
agradecía a todo lo que en aquel momento vivía en mi ánimo: 

al reflejo rosado de las tejas, a las hierbas salvajes, al pueblo
Marcel Proust
traza el día sus dibujos cotidianos
un árbol una telaraña de plata entre sus hojas
los dos desde un lado distinto de la vida

miramos el horizonte
uno 

dibujado sobre un mar de zanahorias
otro

poblado de murciélagos que parten a la caza
antónimos frente al universo

juntos en el instante compartido 
tréboles de cuatro hojas

tréboles de cuatro hojas ascienden al cielo
arropan mi cuerpo desnudo
lo guarecen de la lluvia de las tormentas solares
alguien dice mi nombre me llama a través del bosque
pero yo he dejado todas mis pertenencias olvidadas

para sufrir la vida de los árboles
para clavar mis raíces como dedos sedientos buscando otras manos
solo los tréboles de cuatro hojas pueden ascender al cielo
trepar por mi cuerpo desnudo
cubrirlo guarecerlo dejarlo ser sin nombre
el bosque productor de ecos distantes se calla

aroma
a Josué, recuerdo de agua
ocurren las horas los días
una tormenta
el hambre la sed
no estás
sabanas africanas 
la aurora el ocaso
una leona 

tras una cálida presa
aspiro tu aliento

guardo la flor del baobab
a pesar de las sombras

la caza se consuma

axioma
Y lo que veo a cada insante es aquello que nunca había visto 

Alberto Caeiro
la niña hurga entre las flores
vierte sobre la tierra

serpentinas de gracias
de insólitos compases

tan insólitos
como los cosquilleos

y tremores del suelo

María luz Albuja Bayas

Quito, 1972. Estudió Artes Liberales en la Universidad San Francisco de Quito y obtuvo su maestría en Estudios de la Cultura, con mención en Literatura Hispanoamericana, en la Universidad Andina Simón Bolívar. Ha trabajado como docente en las áreas de Literatura Hispanoamericana, inglés y español en diferentes colegios y universidades del país y del extranjero (Estados Unidos, Francia y República Popular China). Ha logrado importantes premios en concursos nacionales de cuento y sus textos han sido publicados en diversas revistas literarias nacionales e internacionales.
Sus libros publicados son: Las naranjas y el mar (1997), Llevo de la luna un rayo (1999) y Paisaje de sal (2004). También ha incursionado en la literatura infantil, así como en la narrativa y ha participado en encuentros y festivales de poesía. Actualmente prepara su poemario La pendiente imposible.
Poemas de María Luz Albuja

A continuación se presenta una serie de poemas que tratan de diversos temas:
Voy a mentir

otra vez
a cantar, intacta,
como si el cielo y las montañas 
convivieran detenidos en mi cuerpo.
Voy a volar hacia el asombro de los sentidos
que aún me esperan con la fuerza de una metralla
con horror a ser descubiertos en su fragilidad mortal
en su infinita conquista del mundo.
Voy a juntar los días 
como un rompecabezas que tuviera compostura.
Navegaré por sus aguas traviesas
sin detenerme a mirar el derrumbe.
Aunque la voz del regreso me grite
aunque su lava me quiera arrastrar,
subiré poco a poco la cuesta de las palabras
venceré la pendiente imposible
y sola
como siempre
cumpliré con mi deber.


Bastaría con que el correo 
-en el que envió cartas y fotografías a mi madre-
se extraviara.
Bastaría con que se cayera el avión que me debe llevar dentro de poco a mi ciudad
para que junto conmigo desaparezcan los diarios,
los poemas, las fotografías, sus negativos
y toda evidencia de mi existencia terrena.
Permanecería en la memoria de quienes me quieren
mientras no les diera un infarto cerebral, como le ocurrió a mi abuelo,
que olvidó el sabor de la naranjilla, su propio nombre y hasta el rostro de mi abuela.
Sin embargo aquí estoy,
atesorando las voces de mis hermanos,
jugando con ellos en un parque donde nunca estuvimos de niños,
invocando a mis padres,
dibujando mi sombra en los fragmentos que me quedan de su errancia.
Y no importa que después ya nadie sepa de nosotros,
pues el absoluto es hoy,
y en su fuego de relámpago
brillamos.


La poesía me llama 
desde la superficie rugosa donde se ocultan las palabras.
Jamás podré descifrarla
porque entreteje sus fibras con el hilo de su propia luz.
Intento besarla pero no puedo.
Se me escapan sus cuerdas de metal,
sus ligeras cuentas de oro.
La poesía se parece a mi dolor
pero su rostro no se contrae como el de una criatura
porque ella no es criatura ni palabra nombrada.
Es la palabra que se quedó en el silencio.
Lo demás
Todo
Nada
le sobra.

En el secreto quejido de las cosas
en el granizo que desordena las nubes
en el rodar de los pedregales que se desploman
se encuentra escondido el silencio.
Sus claves, en algún sitio,
acaso en el velador que aún guarda las piedras preciosas del sueño,
harapos magníficos que hicieron posible el amanecer
soledades con alas.
Tal vez la bombilla que abriga las noches nos diga por dónde empezar a buscar
o tal vez la noche 
sin luces ni atavíos
nos lleve al recuerdo luminoso de su prehistoria.
Mientras tanto el ruido seguirá apropiándose de todo
tapará los abismos de tu desesperación
como las nanas que acariciaron tu cuerpo en la cuna
y lograron salvarte la vida.
Un día ya no podrás evitarlo.
Vendrá el silencio.
Traerá en los ojos el polvo de tanto encierro
y el rostro cubierto de hollín.
No le temas.
Despacio lo habrás de limpiar, hasta ver tu reflejo en su piel.


Tu cuerpo
despedazado por la multitud
entregado a los verdugos que no conocen el perdón a sí mismos
necesita que lo abraces como si fueras tu propia madre
la hija abandonada que no supo regresar del invierno
la amiga enterrada.
Sáciate con la dulzura que palparon tus labios 
cuando una jovencita te sacó de su vientre 
y te alimentó pausadamente entre sus brazos
mientras la luna cabeceaba detrás de la neblina
y en la distancia alguien 
tal vez
encendía la radio.
Recuéstate bocarriba
-siempre fue hermoso el azul entrecortado por las copas de los árboles-,
escucha esa voz que jamás te dejó de llamar
(aún en los días amortiguados por las misteriosas pastillas 
que ahora curan la tristeza).
Detén la insistencia de las palabras.
Enciende tu luz.


Ojalá los labios probaran aquello que el cuerpo no alcanza a tocar:
la niebla remota que invade los corredores
y compite con el frío en su carrera por alcanzar el descanso.
El descanso que no existe.
Ojalá los labios pudieran decir lo que el cuerpo no entiende.
Entonces las olas resbalarían sobre sí mismas
en una danza capaz de invocar al silencio.
El silencio que no existe
porque hace tiempo le robaron el nombre
y ahora camina por el mundo sin palabra que le corresponda.
La palabra que no existe.